El Niño Espectador
El niño ignora que el teatro es una ficción, por lo tanto, no conoce el rol de espectador. Ignora que el teatro plantea un mundo paralelo a lo real, que el teatro es un espejo de la vida. Para el niño lo que ve en el escenario es real, es un juego real y si la tarea de vida del niño es jugar, pues, entonces invade el espacio escénico, quiere solucionar las situaciones planteadas, se dirige a los personajes como si fuesen sus compañeros de juego, aconseja, manifiesta su conformidad o disconformidad, busca participar de la trama.
En conclusión, todos sabemos que a través del juego el niño convive, conoce, explora, aprende y que, para él, esa obra de teatro que se le presenta es parte de su mundo de juegos.
Hasta que poco a poco, a través de un proceso de aprendizaje del lenguaje teatral en el que participan los padres, los actores, el director, el niño aprende un nuevo rol: el de espectador. Esto es muy importante porque el niño que aprende correctamente este nuevo rol es el que va a disfrutar del teatro toda su vida y esas primeras imágenes se le van a quedar prendidas en sus pestañas y en su imaginación y lo van a acompañar siempre.